23 de julio de 2010

¿La Iglesia durmiente?


Hace tiempo me hablaron de la iglesia durmiente. Es ésta una categoría nueva -varios siglos son sólo una temporada frente a la eternidad de la Iglesia- que parece querer encontrar un puesto en la clasificación eclesial. Efectivamente, distinguimos tres tipos o manifestaciones de la Iglesia: la triunfante o celestial; la purgante, en espera de entrar con plenitud en la gloria; la militante, que peregrina aquí en la tierra entre las adversidades del mundo y los consuelos de Dios.

La iglesia durmiente sería una cuarta categoría o más bien una subespecie de la Iglesia militante. Aquí en la tierra no todos estarían militando con las armas de Dios -la oración, la expiación y la caridad diligente que comienza por el respeto de la justicia- sino que muchos estarían durmiendo. Algunos parecen dormir los sopores de embriagueces triunfalistas de otras épocas, cuando la iglesia parecía reinar en todo su esplendor. Estos nostálgicos esperan que vuelvan esos tiempos en los que la Jerarquía era escuchada y en que la sociedad se organizaba con modelos confesionales. Otros parecen estar anestesiados por la cultura dominante, acomplejados y miedosos de manifestar sus convicciones, si es que las han tenido alguna vez. Muchos de ellos están hasta tal punto inconscientes que su fe ha quedado sepultada bajo una vida tibia e impersonal, más propia de un autómata teledirigido que de un creyente auténtico.

No pretendo tomarme en serio la categoría de iglesia durmiente. La Iglesia -con mayúscula- es católica y está bien despierta en el mundo. Sólo que en algunas partes es de noche y hay quien aprovecha para dormir.

Vivimos en medio de un genocidio de alcance planetario, que debería ser una bocina que despierte a muchos de esos bellos durmientes. No vale con protestar. La mejor respuesta será siempre la oración. Pero es evidente que muchos estamos llamados a "actuar". Unamos nuestras fuerzas y animémonos recíprocamente unos a otros, pues despertar es algo más serio que un bostezo y un estiramiento de brazos realizado entre las sábanas. Nessun dorma! Hay que despertar con garbo, saltando de la cama y disponiéndose a la acción. Cada uno verá cómo hacerlo. Y si no tiene ideas, que pida consejo a quien las tiene.

No podemos meternos de nuevo en la cama. Es de día. Es la hora de los hijos de la luz.