2 de febrero de 2011

Disconnect to connect




Acabo de ver este estupendo vídeo que circula por la red y que me parece muy sugerente.

Me ha parecido que el autor hubiese querido expresar artísticamente unas palabras del mensaje de Benedicto XVI con ocasión de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales; palabras que transcribo a continuación. Aunque procediendo de Tailandia, no parece que ésta haya sido la fuente de inspiración.
"Las nuevas tecnologías permiten a las personas encontrarse más allá de las fronteras del espacio y de las propias culturas, inaugurando así un mundo nuevo de amistades potenciales. Ésta es una gran oportunidad, pero supone también prestar una mayor atención y una toma de conciencia sobre los posibles riesgos. ¿Quién es mi 'prójimo' en este nuevo mundo? ¿Existe el peligro de estar menos presentes con quien encontramos en nuestra vida ordinaria? ¿Tenemos el peligro de caer en la dispersión, dado que nuestra atención está fragmentada y absorta en un mundo 'diferente' al que vivimos? ¿Dedicamos tiempo a reflexionar críticamente sobre nuestras decisiones y a alimentar relaciones humanas que sean realmente profundas y duraderas? Es importante recordar siempre que el contacto virtual no puede y no debe sustituir el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida".
En el vídeo, parece que los demás están ausentes, puesto que sus imágenes desaparecen. En cambio, lo que se quiere reflejar es justamente lo contrario: en el momento en que los personajes se desconectan de sus móviles, entonces en ese momento todo se llena de colorido y de musicalidad. No hay nada que se pueda comparar a la sonrisa de un niño, a la presencia de la persona amada, al rasgueo de las guitarras, a las miradas de los amantes. Esa es la vida real que tenemos que conseguir. 

La vida virtual no podrá -mejor sería decir no deberá- nunca sustituir a esta comunicación a través del cuerpo y de sus gestos. No hay nada que exprese mejor a la persona que su cuerpo y es a través de él cómo se puede descubrir en su autenticidad la persona del prójimo. 

La vida virtual es también una comunicación extraordinariamente fecunda. El mensaje del Papa no es contrario a las redes sociales. Sencillamente, en él se pone en guardia de un peligro muy frecuente, el de que las personas acaben olvidándose de sus "prójimos" para acabar totalmente fagocitados por la atención de "personajes virtuales".  

En la medida en que se usa la red para huir del mundo real, en esa medida se tiende a falsear la propia imagen, es decir, a crearse un "perfil público" en que "realmente" se puede vivir en conformidad con los deseos que se estiman irrealizables en la vida de carne y hueso. Con esto no quiero decir que se inventen nuevos nicknames y se vivan otras vidas con sus respectivos disfraces. No, en la medida en que se abandona el mundo real, se corre el peligro de caer en la autocomplacencia. Lo explica muy bien Benedicto XVI en otro pasaje de este documento.
"... Se tropieza con algunos límites típicos de la comunicación digital: una interacción parcial, la tendencia a comunicar sólo algunas partes del propio mundo interior, el riesgo de construir una cierta imagen de sí mismos que suele llevar a la autocomplacencia". 
Este es un peligro muy real en el que fácilmente podemos caer los blogueros. Queramos o no creamos una imagen digital de nuestro yo no sólo a través del perfil que utilizamos y enseñamos, sino también y sobre todo mediante las publicaciones y los materiales que compartimos.

En fin, es siempre un reto y no vamos a dejar de trabajar por el riesgo de los accidentes. Seguiremos caminando... a la luz del Evangelio y mirando de no caer.