11 de marzo de 2011

LO IMPORTANTE ES EL RESULTADO FINAL (Lc 9, 22-25)


El camino que Cristo propone es difícil. Pero ¿qué es aquello que ha movido a tantos hombres y mujeres a seguir a alguien que predica todo lo contrario que el mundo de hoy ofrece? 

Es cierto, que hay algo de locura en esto. Una locura que experimentan sólo quienes han conocido a Cristo y, por consiguiente, le han experimentado vivo y enérgicamente atractivo.

Por algo el Papa Juan Pablo II gritaba con ardor en sus labios: “¡Abrid de par en par las puertas a Cristo! ¿Qué teméis? Tened confianza en él. Arriesgaos a seguirlo. Esto exige, evidentemente, que salgáis de vosotros mismos, de vuestros razonamientos, de vuestra «prudencia», de vuestra indiferencia, de vuestra suficiencia, de vuestras costumbres no cristianas que quizá habéis adquirido. Dejad que Cristo sea para vosotros el camino, la verdad y la vida. Dejad que sea vuestra salvación y vuestra felicidad.” 

Es reconfortante, alentador y testimonial la acción del ESPÍRITU SANTO en nuestro Papa santo, que nos repite aquellas mismas palabras que su Maestro, nuestro SEÑOR JESÚS, nos dijera y nos dice hoy (Lc 9, 22-25) a través de su Palabra Viva en el Evangelio de cada día. 

El camino es duro y difícil, a nadie se le ha escondido, pero la gloria a alcanzar es todavía más gloriosa y gozosa como no podemos imaginar. 

Realmente es eso lo que buscamos y lo que perseguimos, y por donde quiera que vayamos no escaparemos al sufrimiento, al dolor y a las tristezas (ver aquí), así que es mejor emprenderlo por el camino de la esperanza y de la verdad, y ese es sólo JESÚS de Nazaret.