28 de marzo de 2012

Los caminos divinos


Hoy se celebra el aniversario de la ordenación sacerdotal de san Josemaría, fundador del Opus Dei. Esta mañana me ha venido a la memoria cómo surgió esa vocación sacerdotal. El hecho es conocido, pero no por eso menos hermoso y evocador, pleno de simbolismo.

En la Navidad del año 1917-18, un adolescente contemplaba admirado y conmovido las huellas que unos pies descalzos habían dejado en la nieve. Era una madrugada muy fría. El termómetro marcaba menos de catorce grados bajo cero y por la noche había nevado copiosamente. Llevado por la curiosidad, siguió los pasos esculpidos en el manto blanco y descubrió que pertenecían a un carmelita descalzo. El joven Josemaría sintió una llamada poderosa de Dios: si había gente que hacía esos sacrificios por Dios, ¿él no iba a ser capaz de ofrecerle nada?

En el Año de la Fe, para el que nos estamos preparando, deberían abrirse muchos caminos divinos en la tierra. Porque, ¿en que consiste la Nueva Evangelización sino en descubrir cada uno la responsabilidad personal en la santidad y en el apostolado?

Probablemente ese carmelita no se imaginaba la repercusión que iba a tener en la Historia ese paseo matutino en el que sus pies dejaron una impronta sobre la nieve. Un adolescente tomó la decisión de seguir esos pasos, que le condujeron a recibir el sacramento del Orden sacerdotal. Ese carmelita fue un pionero y hoy son millones de personas en el mundo entero quienes siguen esos pasos. Porque cuando la nieve cubre en su totalidad el terreno, los caminos trillados y los construidos por los hombres, parecen desaparecer y es nuestro caminar quien señala la senda que han de seguir los que van detrás.

A san Josemaría la imagen del camino le resultaba muy atractiva. No sólo tituló así su libro más conocido, sino que defendió con toda su alma la libertad santa de los hijos de Dios: "cada caminante sigue su camino". Este verso poético le sirvió muchas veces en su meditación personal y en las que predicaba a todo tipo de personas. Así lo recordaba en una meditación del año 1963.
El primer curso de retiro que yo prediqué, acabada la guerra civil española, lo di en el Colegio de Burjasot, junto a Valencia. Todavía estaba aquello, como suele decirse, como un cuartel robado: mucho desorden, mucha suciedad, mucha destrucción. Pero omnia in bonum!, porque me encontré con un cartel que me ha servido de motivo de predicación tantas veces. En aquel cartel decía: cada caminante, siga su camino
San Josemaría impulsó el apostolado de los laicos, que definía como un mar sin orillas. Su camino no fue nada fácil de recorrer, pero perseveró hasta el último de de sus días.

Los tiempos que corren son probablemente más difíciles que aquellos. Los suelos de Europa han quedado cubiertos por otras nieves -las de la secularización laicista- que parecen haber sepultado los caminos que en otras épocas conducían a los hombres hacia las fuentes seguras de la salvación.

El Año de la Fe es un reto para los católicos y, en particular, para los blogueros con el Papa. Parafraseando a san Josemaría, podríamos deir que estamos llamados a abrir los caminos divino de la blogosfera. Cada uno seguirá su propio camino, un blog personal tejido de sacrificios y de oración, de amistad y de trabajo. Cada post es una semilla lanzada al viento.

Empezaremos el Año de la Fe con el II Encuentro de Blogueros con el Papa, los días 12 a 14 de octubre en Santander. Será una ocasión estupenda para impulsar este apostolado virtual que tanto bien puede hacer a muchas personas de los cinco continentes. Ojalá podamos saludarnos allí.

Joan Carreras del Rincón