16 de abril de 2014

SAN JOSÉ ESCUCHADOR DE LA PALABRA DE DIOS

Si la Cuaresma es el tiempo aceptable y apto para escuchar la Palabra de Dios, la Semana Santa lo es de una manera especial. Y es que es el tiempo en el que la Palabra de Dios habla con más fuerza, con más capacidad de transformar los corazones. La Palabra de Dios que habla es Jesucristo, y lo es especialmente en esta semana santa, porque la Palabra de Dios no habla solo con palabras, habla, sobre todo, con hechos con las acciones de su vida y ¿Qué acciones podemos encontrar que hablen con más elocuencia, vehemencia y persuasión que los hechos de su sacratísima y horrorosa  pasión, culminadas con la muerte en la cruz por amor, que no hay mayor amor que ese? ¡Cómo nos golpean estas palabras de Dios por medio de su Hijo Jesucristo! Escucharlas, acogerlas con amor para vivirlas es nuestra salvación y santificación
            Y el modelo para escuchar la Palabra de Dios, después de su esposa María, es San José. No sería imprudente ni ligero pensar que Jesús, cuando dice que más bien bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la viven, tenía en mente a su Madre María y a su padre san José. Realmente San José es un modelo de  escuchar la Palabra de Dios. San José, sin duda, ha leído y meditado la escena del pequeño Samuel: Habla, Señor, que tu siervo escucha (1Sam 3,11) y la hizo lema de su vida. San José es un hombre escuchador de la Palabra de Dios en silencio. La escucha y la acoge, porque en la terminología bíblica escuchar significa y entraña acoger, obedecer, hacer suya en la vida y como principio y norma de su conducta la Palabra de Dios. (Rom 5,19): Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero (Sal 118,105).
San José está siempre en actitud de escucha. Vive su vida al hilo de la palabra de Dios, de la llamada del Señor. El emperador romano  promulga un edicto en el que manda que todo varón judío tiene que empadronarse en su ciudad de origen. San José se adelanta a lo que dirá más tarde San Pablo: “someteos en todo a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no venga de Dios” (Rom 13,1), y obedece la orden del emperador porque ve en ella las llamada de Dios, y con su esposa María se pone en camino hacia Belén, la casa del pan, donde ha heredado y detenta algunas posesiones. San José escucha en la orden del emperador romano la palabra de Dios.
Veámosle una vez más en la prueba de la noche oscura cuando vio a su esposa esperando un hijo sin saber de donde venía. Su actitud en esta prueba es la que dice el salmo: Si el afligido me pide yo lo escucho. Afligidísimo, pone toda su confianza en Dios. Y en su angustia le repite: Habla Señor, que tu siervo escucha y el Señor que no se hace esperar lo escuchó y le libró de sus angustias: José, hijo de David, no temas tomar a María tu esposa en tu casa. Y José, al instante, acogió  a María con el fruto que llevaba en su vientre.. Se hizo gozosamente cargo de ellos, y desde ese momento su misión es servir a la madre y al niño que nacerá de ella. Consagra totalmente su vida a esta misión salvadora porque así se lo ha dicho el Señor.  
A poco de nacer el Niño Herodes le busca para matarlo. El Señor avisa a San José en sueños para que lo salve huyendo a Egipto. Sin pérdida de tiempo, lo prepara todo,.toma a la madre y al niño y se pone en camino a una nación extranjera, sin otra luz ni guía sino la que en su corazón ardía, confiándolo todo gozosamente a la providencia de Dios Padre. Él proveerá. Y Dios proveyó. Pues todo salió  a pedir de boca,.tanto a la ida como en la estancia larga en Egipto. No hay nada mejor que escuchar y acoger la palabra de Dios, prestarle el obsequio de la fe pura y entera que, como dice San Juan de la Cruz, enamora la mismo Dios (CE 31,3).
Después de un tiempo largo de estancia en Egipto el Señor le avisa por medio del ángel que puede volver a la tierra de Israel y la Sagrada Familia vuelve gozosa y alegre porque vuelve a su tierra y a su pueblo. La alegría de establecerse de nuevo en Belén se vio turbada al enterrarse que en Judea, donde se asienta Belén, reina Arquelao, hijo de Herodes  y tan cruel como su padre, y advertido por el ángel se dirige a Nazaret, en la región de Galilea, donde se establece y monta su taller de carpintería. Se hizo vecino de Nazaret, donde había vivido anteriormente al nacimiento de Jesús y de donde partió para empadronarse en Belén (Lc 2,39) para que allí naciese Jesús..
Cuando sus padres  encuentran a sufijo Jesús en el templo en medio de los doctores y la madre le dice ¿Por qué has hecho así cono nosotros? Mira que tu padre y yo angustiadísimos te buscábamos, y el les responde:. No sabíais que tengo que estar en las cosas de mi Padre? Ellos no comprendieron nada, pero acogieron la palabra del Hijo y la guardaron en su corazón. José y María meditaban en su corazón  no solo las palabras que comprendían sino también las que no entendían. Lámpara es tu palabra para mis pasos- Y el no entenderlo (unas palabras del Cantar de los Cantares) es para ella un gran regalo, porque las cosas de Dios que no se entienden le hacen tener más respeto a su Dios que las entiende fácilmente. (Santa Teresa).
Sobre todo José escucha la Palabra de Dios en su convivir diario con Jesús. Él es la Palabra de Dios. Y José escucha esa Palabra en sus palabras y en sus coacciones que ve todos los días. Y ante las que más de una vez debió quedar maravillado, sin comprender su actuar, pero sabiendo que eran las  acciones del que viene a salvar a su pueblo de sus pecados.
Muchas veces debía quedar pasmado ante las palabras misteriosas que escuchaba de la boca Jesús y ante las acciones sorprendentes que veía en su. comportamiento. Fueron muchos los años que convivieron en Nazaret en una familiaridad y amistad muy íntima.
San José sigue siendo el escuchador incansable de sus devotos. Baste recordar el caso de santa Teresa , su mayor devota, a la que siempre escuchó en sus peticiones  y en su dialogar por amor con él..  


                                               P. Román Llamas ocd