10 de mayo de 2014

EL AMOR NO ES POR RACHA


Cuando se oye decir que se ha acabado el amor, se entiende que el amor es por racha. Ahora hay una racha de amor y nos casamos, aprovechamos para tener hijos porque los deseamos y vivimos a tope ese amor. Pero, resulta que llega la época de las vacas flacas y se acaba el amor, ¿y qué hacemos ahora? No pasa nada, lo rompemos y cada uno por su lado.

No es fantasía ni ciencia ficción, sino la realidad de lo que acontece hoy en nuestro mundo. Por doquier nos encontramos con los efectos de muchos amores acabados, consumidos, y las consecuencias afectan a toda la sociedad. Y cuando eso ocurre, los gobiernos deben tomar parte en el asunto, porque sus consecuencias inciden en todo el entramado social.

Es cuestión prioritaria reflexionar sobre el amor en los areópagos actuales más importantes, porque se hace necesario y fundamental dar a conocer el verdadero amor. No es el amor un sentimiento, ni tampoco un afecto o emoción, porque de ser así diríamos que estamos de acuerdo en que se acabe. Los sentimientos, afectos y emociones entran y salen como el viento, y lo que hoy me emociona y atrae, mañana puedo sentirlo de otra forma.

El amor es un compromiso, un compromiso responsable donde también juegan los sentimientos y afectos, pero que se amarran en el compromiso libre y voluntario de servicio, respeto, justicia y mucho amor. Amor que se descubre cuando más se necesita de él, pues amar cuando todo va sobre rueda no exige esfuerzo sino dejarse llevar por la corriente.

No se puede amar ahora que tengo tiempo y puedo, y más tarde rechazarlo. El amor exige madurez y entrega al ser amado. El amor no es ahora, y más tarde ya no es, porque eso será sentimiento. El amor es siempre, incluso es más cuando más fuerte es la prueba. Por lo tanto, amar al niño dentro del vientre y fuera; ahora que molesta y después que es un campeón; en el momento inoportuno y en el oportuno; con defecto o perfecto; en la vida o en la muerte. Siempre está presente el amor, así que quien se evade es irresponsable y egoísta.

Y en lo que respecta a los niños concebidos en el seno de sus madres, rechazarlos equivale a matarlos. No hay otra forma de entenderlo.

Salvador Pérez Alayón.