12 de febrero de 2015

¡Perdón Señor, hemos pecado!

Y al igual que Moisés, antes de acercarse a la zarza ardiente, antes de entrar en la Presencia divina, ha de descalzarse, porque entra en una tierra sagrada (+Ex 3,5). Nosotros los cristianos, antes que nada, «para celebrar dignamente estos sagrados misterios», debemos solicitar de Dios el perdón de nuestras culpas. Hemos de tener clara conciencia de que, cuando vamos a entrar en la Presencia divina, cuando llevamos la ofrenda ante el altar (+Mt 5,23-25), debemos examinar previamente nuestra conciencia ante el Señor (1Cor 11,28), y pedir su perdón. «Los limpios de corazón verán a Dios» (Mt 5,8).

Vamos a presenciar el Misterio de la Eucaristía.

El acto penitencial tiene tres partes y dentro de los ritos iniciales de la Santa Misa.

Se inicia con una invitación para examinarnos y reconocernos pecadores, luego sigue un momento de silencio. Si enseñamos a los niños a hacer un examen de conciencia por la noche, cuando llegue este momento pedirán perdón por algo concreto y lo mismo tenemos que hacer nosotros. 

Cuando ayudemos a los más pequeños es bueno no hacer sugerencias de pecados, sólo preguntas tipo: qué hemos hecho mal, qué podríamos haber hecho mejor…

Jesús nos perdona los pecados veniales si estamos arrepentidos y para estarlo debemos ser conscientes de ellos. También debemos tener en cuenta que el acto penitencial no sustituye nunca a la confesión sacramental. 

A continuación rezamos la oración en la que pedimos perdón: “Yo confieso ante Dios Todopoderoso...” Nos damos un golpe en el pecho, para manifestar nuestro arrepentimiento y nuestro dolor, mientras decimos: "por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa."

Para terminar, el Sacerdote dice "Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna". 

¡Ya estamos preparados!





Por: María del Rayo