10 de febrero de 2018

MIRARNOS EN MARÍA

En nuestro camino peregrino buscamos luces que nos alumbren, pero, sin darnos cuenta, nos dejamos alumbrar por luces artificiales que pronto se apagan y nos dejan en la más absoluta oscuridad. Será bueno buscar luces que se mantengan encendidas hasta que tu camino llegue a su final, para que bien alumbrado puedas llegar a buen puerto.

Pero, el problema estriba en que sólo hay una Luz capaz de alumbrar de esa manera, es decir, con Luz propia, Dios. Y otra, que, por la Gracia de Dios, nos alumbra al Dios hecho Hombre, el Hijo predilecto, enviado a revelarnos y proclamarnos la buena Noticia de Salvación. Un Dios encarnado y nacido, por obra del Espíritu Santo, de María Virgen y que nos señala el Camino, la Verdad y la Vida.

María, la Madre de Dios, es la Estrella que nos traza y señala el camino hacia Belén, pesebre donde la Luz, que alumbra al mundo, se encarnó en naturaleza humana y se hizo Hombre. María es el espejo que también nos ayuda y nos alumbra a encontrar ese camino que nos lleva a Jesús. María, que nos enseña a ser humildes, dóciles, a estar unidos y perseverante.

María, que no sabe de estrategia, ni de métodos o proyectos. Ni tampoco de estadísticas. María, que simplemente es Madre y ama a su Hijo y a los que su Hijo ama. María que, simplemente, cumple la Voluntad de Dios y, confiada en el camino de su Hijo, trata de seguirle y de, como Él, cumplir con la misión que Dios le ha encomendado.

¡María!, enséñanos también a mirarnos en ti y a seguir, dóciles y confiados, el camino de Jesús, porque Él nos alumbra hasta el final. Ayúdanos a ser pacientes, esperanzados y perseverantes y a no desfallecer. Danos tu ánimo para soportar en el silencio la esperanza de sabernos en buenas manos y en, guiados por tu ternura y generosidad, continuar el camino sin desfallecer, sabiendo que tú, como Madre, nos conforta y nos acompaña. Amén.